domingo, 9 de enero de 2011

Nuestro patrimonio oral


            Se estima que a lo largo de este siglo puede haber desaparecido el 90 por 100 de las 6000 lenguas habladas hoy en todo el planeta. Según una investigación de la UNESCO, cada quince días hay una lengua que desaparece en algún lugar del mundo.
                Hasta las grandes conquistas de finales de siglo XV, el planeta contaba con una diversidad lingüística mucho más importante que actualmente. A lo largo de los tres últimos siglos, centenas de lenguas han desaparecido, pero en el siglo XX las cosas se aceleraron, y se cuenta con que el siglo XXI sea el testigo de un desastre sin vuelta atrás.

                En América del Norte, se contabilizaba aproximadamente 600 o 700 idiomas antes de la llegada de los europeos. En medio del siglo XX, sólo quedaban 213. Con la generalización del inglés como lengua de comunicación global, esta cifra no ha dejado de caer desde hace 50 años y solo uno de esos idiomas ya no es considerado hoy día como amenazado : el kalaallisut (idioma inuit, de la familia de los idiomas Eskimo-aleútes) en Groenlandia.

                En la época precolombina existían 1200 idiomas en Brasil. Hoy solo quedan 170, y la mayor parte de ellos en vía de extinción. Cerca de la mitad de estas lenguas, situadas en regiones poco accesibles, aún no han sido estudiadas.
                En Uruguay, la población indígena desapareció en su totalidad y ningún idioma indio indígena ha subsistido.

                En Europa la familia de los idiomas célticos (irlandés, escocés, galés, córnico y el bretón) es el único grupo dentro de las lenguas indo-europeas que se halla en peligro en su totalidad, aunque hay más de cuarenta idiomas indo-europeos en peligro. Otro grupo que corre el riesgo de extinguirse en su totalidad, es el de las lenguas sami (a veces consideradas como un conjunto de dialectos), que pertenecen a la familia de las lenguas urales. Otras veinte lenguas urales están en peligro también. A estas lenguas hay que añadir el eusquera (el idioma vasco), que no pertenece a ninguna familia catalogada.
                Hasta el año 1826, el bretón estaba hablado por más de un millón de personas. Ahora, solo quedan 200 000 y la mayor parte de los locutores tiene más de 60 años. El bretón está clasificado por la UNESCO como “lengua en gran peligro”.

                En la actualidad, hay unos 553 idiomas que son hablados por menos de 100 personas, lo que los coloca en un inminente peligro de extinción. Hay situaciones más dramáticas como la del bishuo, que únicamente es hablado por un padre y un hijo en una remota aldea de África, o el eyak, en Alaska, del que queda una única hablante, una mujer de 85 años que se despidió de los lingüistas que la entrevistaban con un nostálgico: “Es terrible saber que estoy tan sola”.
                Se calcula que sólo entre 1970 y 1985 dejaron de hablarse 1800, entre otras el manx, un dialecto de la isla de Man, en el mar de Irlanda que se extinguió en 1974 al morir la última persona que lo hablaba.
                En todo el mundo, investigadores, lingüistas y antropólogos están en una carrera contra el tiempo para salvar la diversidad lingüística del planeta. Con esos idiomas, van a desaparecer fragmentos enteros de las culturas de la humanidad. Ellos son nuestra herencia común, transmitidos a nosotros de generación en generación, por lo que forman también parte inmensa de nuestro patrimonio cultural.


“Una lengua es mucho más que un instrumento de comunicación, es también el vector de una manera de pensar, de una cultura, el depositario de la historia de un pueblo, de una mitología, de una cosmogonía, de una música… No sólo se pierden las palabras con una lengua, sino también una mirada sobre el mundo.”

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