jueves, 17 de marzo de 2011

Expertos españoles descubren un Van Dyck en los sótanos de la Academia de San Fernando

La Real Academia de Bellas Artes ha descubierto entre sus fondos un auténtico Van Dyck, datado hacia 1625.

«La Virgen y el Niño», ha sido identificado como una obra del maestro del siglo XVII.

El cuadro muestra al Niño Jesús en brazos de la Virgen María bajo la atenta mirada de María Magdalena, el Rey David y el Hijo Pródigo. 


«La Virgen y el Niño», de Anthonius van Dyck

La obra ahora atribuída a Van Dyck ha permanecido más de un siglo «oculto» en el sótano de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ya que se consideraba una copia. En julio expertos en restauración comenzaron un minucioso estudio de «La Virgen y el Niño» usando pigmentos y rayos X que terminó confirmando que, efectivamente, se trataba de un original.

Algunos arrepentimientos -retoques introducidos por Van Dyck para enmendar sus obras- han permitido ahora atribuir esta joya al excelso artista flamenco. Así, un paño que recubrió inicialmente el regazo de Jesús fue retirado por Van Dyck con posteriores pinceladas que hicieron aflorar carnaciones hasta entonces inexistentes.

La fuerza plástica, la sutileza rítmica, la finura expresiva y la singularidad instantánea que capta en sus composiciones corroboran, con las credenciales de la analítica científica aquí empleada, la certeza de la autoría del pintor flamenco.

El cuadro, pintado en torno a 1625, perteneció a la colección del Duque de Medina de las Torres, en el virreinato español de Nápoles. Siguió ruta hasta Amberes, primero, para recalar en España, concretamente a la antesacristía del monasterio de El Escorial, bajo el reinado de Felipe IV, mediado el siglo XVII. En el recinto escurialense permaneció abierto a la contemplación pública hasta la invasión napoleónica de 1808 en la que, de manera sorprendente, se salvó del expolio al que fueran sometidas por la soldadesca miles de obras de arte. Tiempo después, el cuadro fue a parar a la Real Academia de Bellas Artes, en la calle de Alcalá, 13. Allí pasó a ocupar un lugar recoleto de sus almacenes, para integrarse luego en un olvidado peine, soporte de obras de arte. En 1973, Matías Díaz Padrón, futuro conservador de Arte Flamenco del Museo del Prado y máximo especialista en Van Dyck, por indicación de su maestro Diego Angulo, comenzó a columbrar en su tesis doctoral que el autor de tan magna obra era el ubérrimo artista flamenco, atribución que ahora acaba de ser confirmada tras un minucioso proceso de análisis químicos y radiológico.

Anthonius van Dyck nació en Amberes en 1599. Fue coetáneo de Diego Velázquez. Precisamente, se cree que el genial sevillano dejó su impronta en este cuadro del pintor flamenco. Es conocida la afección de Velázquez por redimensionar los lienzos que, como guardián de las colecciones reales, él custodiaba. En esta obra de Van Dyck, se aprecia claramente que la tela fue prolongada hasta siete centímetros en su longitud inicial, hecho que permite sospechar que pudo deberse a Velázquez.

El cuadro es un ejemplo del énfasis que la Contrarreforma católica pone en el sacramento de la penitencia. Van Dyck, estuvo al servicio del Rey de Inglaterra. Sin embargo, con el lienzo de la Academia y otras obras localizadas dentro y fuera de España a partir de abundante documentación, se revelan vínculos inesperados del pintor con el mecenazgo español.

La obra podrá ser vista en mayo en Madrid, en una exposición monográfica, Ecos de Van Dyck, que la semana entrante visita la sede de Caja Murcia, entidad patrocinadora de la restauración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario